El barrio de San Telmo, con sus calles adoquinadas y edificios coloniales, parecía detenido en el tiempo. Sin embargo, la avanzada tecnología transformó la vida cotidiana de sus habitantes. En una residencia antigua, reciclada, alberga el laboratorio de Alejandro, un ingeniero brillante que dedicó su existencia a un proyecto innovador: la creación de avatares —Ecos—, una aplicación en línea que posibilita la interacción de un humano con réplicas digitales de personas que ya no se hallan en este reino.
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La idea del software desarrollado por Alejandro es generar personas digitales bajo el paraguas y las modalidades de la cultura argentina. Como en otros programas existentes, lo hace posible la carga de datos personales, tales como: recuerdos, textos, biografías, imágenes y videos, la recopilación de historias de una persona y sus características físicas, incluidas la voz y el rostro digital y la recopilación de datos de su participación en las redes de Internet, más el contexto cultural común generado por Alejandro.
El resultado puede verse como un avatar que se comporta, reacciona y piensa como una persona que vive en la Argentina. Un momento después de que el individuo fallece, este avatar permanece con una personalidad fija al momento de su deceso o puede continuar aprendiendo e irse configurando de forma autónoma. La tecnología progresó hasta permitir la creación de individuos digitales capaces de interactuar, aprender y evolucionar. Una de las maravillas de la Inteligencia artificial.
Cabe mencionar que la sociedad se enfrenta a una nueva realidad ante este tipo de desarrollos tecnológicos donde los ecos conviven con los humanos, planteando inquietudes sobre la identidad, la memoria y la naturaleza de la existencia.

Es alucinante pensar que podríamos conversar con personas extraordinarias y hoy es posible, por ejemplo: imaginen una charla con Van Gogh, Shakespeare, Cervantes o a nivel nacional con San Martin, Belgrano, Sarmiento o José Hernández, para los que aman la historia, la pintura o la literatura.
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