El estudio y consultorio de su amigo en el barrio de Belgrano estaba repleto de libros y escritos en carpetas ordenadamente alineadas por tema. Carlos, psicólogo de profesión, tenía una gran biblioteca, amaba la lectura, y a lo largo de los años había reunido una gran cantidad de libros de todo tipo. Se destacaban los libros de escritores como Sábato, Cortázar, Borges, Abelardo Castillo, libros de psicología y filosofía. La luz tenue del medioambiente creaba una atmósfera reflexiva. Habían quedado en juntarse y Alejandro fue puntual. El motivo que los reunía era cambiar pareceres sobre las implicaciones de los Ecos en la gente. Alejandro en pocos días presentaría la aplicación en público y le había facilitado el acceso a su programa Ecos a su amigo para intercambiar ideas..
Carlos, un compañero de años, luego de una charla informal, expone los riesgos de confundir la memoria con la realidad y comienza el diálogo sobre el tema.
—Alejandro, los avances tecnológicos son impresionantes, pero también es fundamental reconocer sus límites. Los Ecos pueden dar una ilusión de continuidad, pero no pueden reemplazar la realidad de la pérdida y el proceso de duelo.— Le comento Carlos a su amigo con una expresión de seguridad sobre lo que decía y continuó —¿Alejandro, has considerado cómo Borges describe la memoria perfecta en su cuento: Funes el memorioso?— y continúo diciendo: — La memoria perfecta no es una bendición, nos dice Borges en ese relato. Funes no podía abstraer ni vivir una vida plena debido a su incapacidad para olvidar.
—Recuerdo algo de eso. Funes podía recordar cada hoja de un árbol, cada nube en el cielo. ¿Qué hay de malo en eso?— Le dijo Alejandro.
—La cuestión no sí es bueno o malo. Funes no podía abstraer, no podía pensar en términos generales porque recordaba cada detalle. Estaba atrapado en un océano de recuerdos, incapaz de ver el bosque— fue entonces que Alejandro se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de Carlos.
—Nuestra capacidad para olvidar parte de nuestro pasado es lo que nos permite vivir de verdad. El olvido nos otorga la capacidad de simplificar, de crear categorías y ver patrones. Sin él, cada experiencia es una avalancha de detalles que nos abruma— agregó Carlos.
— Entonces, ¿piensas que los Ecos… están destinados a fallar?—
—No necesariamente. Pero si los ecos carecen de la capacidad de olvidar, si no pueden dejar ir ciertos recuerdos de forma selectiva, pueden terminar sufriendo, como Funes. No pueden evolucionar, no pueden crecer— contesta Carlos.
—Se me está haciendo tarde, me tengo que ir— le contesta Alejandro y tomando su abrigo busco la salida. Siente que su amigo lo ha agredido con su comentario, pero sabe que es válida su opinión, lo respeta, no lo puede evadir, está en una encerrona, pero ronda en su cabeza como hacer el código para considerar y darle efectividad a las ideas de esa noche en el poco tiempo que le quedaba para la presentación.

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